¿Por qué es difícil entendernos? ¿Por qué la honestidad es entendida algunas veces como ofensa? ¿Por qué la verdad resulta en ocasiones incómoda? ¿Por qué el pensamiento y el sentimiento como nutrientes de la palabra y la palabra el medio de comunicarlos, se convierten en vehículos que distancian y desunen, cuando su función es realmente la opuesta? ¿Por qué el silencio críptico cuando interiormente bullen las palabras represadas? ¿Por qué la agresión o la ofensa para expresar lo que interiormente se contiene? Para intentar dar respuesta a estas preguntas, me apoyaré en los conceptos Jungianos de persona, sombra y proyección, elaborados de manera sencilla por Ken Wilber. La mayoría de los individuos de manera engañosa se encuentran desdibujados en una imagen de si mismos inexacta y recortada, que es la persona y creen que es real e inamovible. Dicen de manera taxativa: "yo soy así". Entra aquí en acción, la negación de ciertas tendencias que no reciben aprobación del entorno, debido a tabúes sociales. La identidad del individuo, el "yo soy así", aprehende la aprobación o la desaprobación. Esta negación construye la máscara que cubre a la persona. Entre más se oculten o se nieguen estas tendencia, más incomodan al individuo, situación que lo impulsa a fingir como si no fueran de él, como si pertenecieran a alguien más, haciendo uso de una estrategia errónea de liberar la carga que interiormente lleva, entrando en escena la proyección. Lo anterior, lo lleva a creer que dichas tendencias no son suyas, que provienen de agentes externos, proyectándolas en forma de sombra, o sea aquello de lo que no se es totalmente consciente, y por ende, no se reconoce como propio. De manera que el individuo solo hace suyo el resto que queda, construyendo una imagen reducida de si mismo que es lo que es la persona. Para entender la rivalidad de opuestos entre persona y sombra, Wilber, introduce el concepto de demarcación y lo explica como una "escisión entre el que ve y lo visto, entre el que conoce y lo conocido, entre sujeto y objeto", o entre lo reconocido y lo no reconocido y, hace referencia a ella, como la demarcación primaria, de donde parten todas las demás demarcaciones, cada una construida sobre la anterior, lanzando al individuo al universo de opuestos. El "yo soy así", es entonces, el resultado de la demarcación entre lo que se reconoce y no se reconoce. Opuestos que el individuo concibe como realidades rivales que están en frecuente lucha y, ante la cual el único derrotado es el mismo individuo que se niega a admitir que los opuestos son suyos y no parte de otros. En otras palabras, todo lo que nos molesta de los demás, es algo que secretamente nos molesta a nosotros mismos. Es así como funciona la proyección. Cuesta aceptar lo que no nos gusta, lo que nos irrita, lo que nos hace frágiles, lo que nos atemoriza, como también, reconocer que somos dulces, amorosos, cariñosos y sensibles. Y esta no aceptación, hace que aquello que no nos gusta lo proyectemos en los otros como chivos expiatorios sobre los cuales se proyecta lo no deseado, despreciando a los demás con la misma fuerza que despreciamos el contenido de la propia sombra. Se desprecia o descalifica porque es un recordatorio permanente de algo que cuesta admitir como propio. Dice Wilber: "Todo aquello que nos fastidia, inquieta y repugna o -en el otro extremo- nos atrae, fascina u obsesiona, es generalmente un reflejo de la sombra" y apoya esta afirmación en el siguiente proverbio:
Miré y miré, y esto llegué a ver:
lo que creí que eras tú y tú,
era en verdad yo y yo.
Cuando se siente una fuerte obligación o deseo de hacer algo, no es más que la expresión o proyección del propio deseo de hacerlo. No admitir lo anterior, es una resistencia a la sombra dando paso a la acción de lo opuesto, experimentando la obligación como algo que no se quiere hacer. En palabras sencillas: lo que no se quiere hacer es lo que se quiere hacer; lo que no se desea admitir es lo que debemos admitir. Desvelar este juego de opuestos y proyecciones es una clave para que las relaciones humanas den un giro hacia el entendimiento y la expresión de lo que se quiere decir y como se recibe lo escuchado, base de la comunicación interpersonal. La supuesta ofensa, la verdad que talla, el silencio críptico, que se reciben, no son más que buenas claves orientadoras para lograr el entendimiento individual y el entendimiento con los otros.
"Todo lo que nos molesta de los demás, es algo que secretamente nos molesta a nosotros mismos", Excelente Dr. Carlos
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