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SOBRE EL ESTABLECIMIENTO DE LA ATENCIÓN PLENA

Buddha expuso un método práctico para desarrollar el autoconocimiento a través de la atención plena y explorar la verdad sobre nosotros mismos por medio de la examinación de lo que somos: cuerpo y mente. La atención plena, conocida mas comúnmente como mindfulness, tiene su origen en el discurso  Mahasatipatthana Sutta, (en lengua Pali), a través del cual Buddha explica como desarrollarla por medio de la observación del cuerpo, la observación de las sensaciones, la observación de la mente y la observación de los contenidos mentales. Para ello, hay que aprender a observarlos directamente en nosotros mismos. La realidad del cuerpo se observa experimentando directamente las sensaciones corporales que surgen en él. De igual forma, la experiencia de la mente se logra trabajando los contenidos mentales, y así, como no se puede experimentar separadamente el cuerpo y las sensaciones, tampoco se puede observar la mente separada de los contenidos mentales. Mente y materia están tan estrechamente interrelacionados que los contenidos mentales se manifiestan siempre como sensaciones. Por eso Buddha dijo: "Todo lo que surge en la mente fluye acompañado de sensaciones". De ahí que, la observación de la sensación es el medio para examinar la totalidad de nuestro ser, tanto físico como mental. Buddha se refirió a cinco tipo de sensaciones (Vedana): sensación corporal agradable, sensación corporal desagradable, sensación mental agradable, sensación mental desagradable, sensación ni agradable ni desagradable. La naturaleza humana cuenta con cuatro dimensiones: el cuerpo y sus sensaciones; la mente y sus contenidos, las cuales proporcionan cuatro avenidas para establecer la atención en Satipatthana (atención plena, mindfulness). De igual forma, para corregir la visión errónea que tenemos del mundo exterior, debemos explorar la forma en la que el mundo exterior interacciona con nuestro fenómeno de mente y materia. Cada contacto con el mundo exterior ocurre a través del cuerpo, por medio de  las cinco puertas de los sentidos: ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo y mente. A diferencia de los maestros espirituales de la India anteriores, contemporáneos  y posteriores a Buddha, que expresaron que la avidez causa el sufrimiento y que para eliminar el sufrimiento es preciso prescindir de los objetos que uno desea, creencia que condujo a formas extremas de penitencia y abstinencia de estímulos externos, Buddha siguió un camino diferente. Tras haber aprendido a examinar las profundidades de su propia mente, comprendió que entre el objeto externo y el reflejo mental de la avidez hay un eslabón perdido: vedana (sensaciones). Cuando se entra en contacto con un objeto por medio de los cinco sentidos físicos o de la mente, se produce una sensación de la cual surge la avidez. Si la sensación es agradable estamos ávidos de prolongarla, si es desagradable estamos ávidos de que desaparezca. Dependiendo de las seis esferas de los sentidos surge el contacto, dependiendo del contacto surge la sensación, dependiendo de la sensación surge la avidez. Se desprende entonces que, la causa inmediata del surgimiento de la avidez y por consiguiente del sufrimiento, no es algo que esté fuera de nosotros mismos, son las sensaciones que se manifiestan a través de nuestro cuerpo. La comprensión de vedana es esencial tanto para comprender la interacción entre mente y materia en nosotros mismos como la interacción del mundo exterior con el individuo. El punto fundamental es la necesidad de comprender esta verdad no solo intelectualmente sino por experiencia directa. Sin embargo, limitarse a sentir las sensaciones no es suficiente en este proceso de autoconocimiento, es esencial comprender por experiencia directa  las tres características de todos los fenómenos: impermanencia (anicca), sufrimiento, insatisfacción (dukkha) y ausencia de un "yo"  en nosotros mismos (anatta). De los tres, el Buddha subrayó la importancia de anicca porque la comprensión de las otras dos aparece fácilmente al experimentar la característica de la impermanencia, la naturaleza de surgir y desaparecer. Quien percibe y comprende la impermanencia, establece la percepción de la ausencia del"yo", y quien percibe la ausencia del "yo", se desprende del orgullo generado por el ego. La observación del cuerpo en el cuerpo durante la meditación se inicia observando el flujo natural de la respiración. El proceso de inhalar y exhalar, observando como el aire entra y como el aire sale, ubicando un punto debajo de las fosas nasales por encima del labio superior, concentrando la atención allí y observando sin reaccionar cualquier tipo de sensación  que aparezca y desaparezca, atento a si la inspiración o espiración es corta o larga , hasta que el proceso de inspirar y espirar llegue a ser casi imperceptible, desarrollando esta conciencia hasta el grado que hay mera comprensión con mera atención . Luego se hace una observación atenta y sin reaccionar a las sensaciones que surjan de los pies a la cabeza, haciendo un recorrido parte por parte por cada área del cuerpo, atento al surgir y desaparecer de las sensaciones. Por fuera de la meditación, se está atento a las sensaciones que surjan de acuerdo a las distintas posturas corporales  y acciones que se realicen. En cualquier postura en que se coloque el cuerpo, se sabe claramente; estoy de pié, estoy  sentado, estoy  caminando, estoy acostado, rompiendo el  automatismo y falta de presencia con que se hacen las cosas. Así mismo, cuando se coma, beba, mastique, hable, se duche, se esté en silencio etc, se hace con la comprensión atenta de lo que se hace y la comprensión minuciosa  de la impermanencia. También se está atento al cuerpo en cualquiera de las posturas que se encuentre, considerando los elementos materiales que lo componen: elemento tierra, elemento agua, elemento aire, elemento fuego. Así se mora observando el cuerpo tanto internamente como externamente, atento al fenómeno del surgir y desaparecer. Con respecto a la observación de la mente en la mente, se comprende debidamente la mente cuando hay avidez o aversión, o cuando se está libre de ella. Alerta  cuando hay en la mente  ofuscación, dispersión, desconcentración, tranquilidad, ecuanimidad,  agitación, rabia, deseos sensuales etc, observando la mente tanto internamente como externamente a través de las sensaciones que surgen en el cuerpo, sin reaccionar, atento al fenómeno del surgimiento y la desaparición, con la conciencia de que todo está en constante cambio. Sobre este discurso Mahasatipatthana Sutta, se trabaja en un curso de nueve días que  busca agudizar la mente y hacerla más ágil y vigilante para percibir la sensaciones sutiles, fortaleciendo la capacidad de no reaccionar, para morar en la ecuanimidad basada en la experiencia de la impermanencia que conduce al desapego, a la liberación. Esta experiencia de la impermanencia tal y como se manifiesta en la mente y en el cuerpo, se llama meditación Vipassana. Practicar  Vipassana es practicar Satipatthana.

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